Una tierra sostenida bajo la creencia de recursos infinitos, una de las naciones con mayor riqueza de Sudamérica, ahora se percibe como finita. En un lapso de 10 años Venezuela cambió 3 veces su moneda y sus billetes. Pasando de Bolívares Fuertes, a Bolívares Fuertes en miles, luego a Bolívar Soberano y desde febrero de 2019 de nuevo a Bolívares, la moneda venezolana ha sido extremadamente inestable. Las predicciones indicaban que la hiperinflación que comenzó en el 2016, podía aumentar a 12.000% en 2020. Casi que se podría decir que el dinero local dejó de valer como dinero.

Después de emigrar por toda América en busca de oportunidades y supervivencia, Venezuela se convirtió en la tercera población que más pide asilo en Europa, después de Siria y Afganistán (BAMF)). Hasta la fecha (diciembre de 2018), cuatro millones de venezolanos han emigrado. Sin embargo, ¿por qué esta crisis humanitaria ha sido a menudo subrepresentada y sobrepolitizada?

Papel Soberano es una investigación sobre el papel de los papeles en la crisis humanitaria venezolana que tuvo tres fases y una activación. En una primera fase, reunimos 1.500 billetes de bolívares que fueron comercializados directamente en Cúcuta, una de las principales ciudades fronterizas entre los dos países. Estos billetes valían hasta la fecha (diciembre de 2018) alrededor de 15€ y pesaban 1,5kg. En la segunda fase, transformamos algunos de estos billetes en papel reciclado artesanal, material cuyo valor podría ser mayor al de los billetes mismos. La tercera exploración aborda el papel de los papeles en la ola migratoria venezolana, las complejidades relacionadas con el estatus de irregularidad y la generación de bebés y niñes que actualmente se encuentran indocumentades. Para esta última fase produjimos folletos con información oficial sobre los derechos de los migrantes en Colombia, instrucciones sobre cómo tramitar los papeles y hacer hincapié en la diferencia entre situación irregular e ilegal.

Al final del ciclo de exposiciones organizamos un panel de conversación que buscaba establecer lazos de complicidad y apoyo entre Esther y Fidelina, dos mujeres de Buenaventura, Colombia, que vivieron el desplazamiento forzado como consecuencia de incidentes de violencia y Carolina, Alejandra y Leonardo, desplazades por la crisis venezolana. El conversatorio fue un espacio solidario que apuntaba a encontrar un punto en común entre ambos procesos migratorios.