Sostener la Suavidad entre Cardos y Culebras busca celebrar una suavidad que expone y protege; una suavidad como postura política de re-existencia que se sostiene pese a las adversidades geopolíticas y ecosociales de los tiempos planetarios que vivimos.

En un momento en donde me estaba cuestionando cuál era el valor del arte ante un escenario humano tan distópico y frustrante, me inspiró encontrarme con en el entorno de Pueblo Garzón, Uruguay, en donde ovejas caminan entre cardos y culebras con relativa fluidez y armonía, muchas veces incluso intercambiando y amalgamando propiedades de formas y en configuraciones inesperadas.

La pieza se confecciona en diálogo con José Soussa un pastor de ovejas local con quien se hizo un intercambio de historias por técnica de fieltro, buscando revaluar el valor de la lana y la labor del pastoreo que, en el contexto local, parecen ser materiales y oficios cada vez más invisibilizados y precarizados. La suavidad y la aspereza también se expresan en el ámbito rural en donde más allá de una relación romántica con las naturalezas como paisajes de contemplación, están también presentes dinámicas de domesticación hacia ese campo que es sustento y alimento. Detrás de la suavidad hay labores invisibles y, como en el caso de los cardos y las ovejas, una maraña de relaciones simbióticas no binarias y admirables.

Trabajé en esta instalación dejándome llevar por el gesto y por la latencia, más que por una forma previamente definida. Fue una alegría contar con la guianza de mi amigo Rafikí Sánchez que es, entre otras cosas, un maestro de escultura. A esta instalación le acompañan muchísimos atardeceres, momentos de escucha y de complicidad con el campo.

Instalación hecha durante mi residencia en CAMPO Garzón
Curaduría y acompañamiento de Patricia Bentancur
Fotografías de Rafiki Sánchez, Lu Lee, Darío Invernizzi y mías.
Gracias al apoyo de José Soussa, Patricia, les amigues residentes, les vecines de Garzón, las ovejas, al equipo de CAMPO